
Alumnos o adolescentes, algunos días muy nerviosos, otros con mirada perdida y soñadora, y otros cabizbajos y tristes. A veces, dos se cruzan unas cartitas escritas en hojas de cuaderno, con muchos corazones (rojos) dibujados con el bolígrafo de corregir, o se producen encuentros furtivos en el pasillo. "Maestro: no sé qué me pasa", "no sé dónde tengo la cabeza", "es que tú sabes, maestro: una anda con cosas en la cabeza", "llevo unas semanas muy raro: ahora estoy de bajona, y dos minutos después estoy que me como el mundo"... No es raro que emitan suspiros continuamente.
Profesores o adultos, según la ocasión, muy solitarios, o enfervorizadamente alegres y festivos, en ocasiones muy pensativos, y a veces incomunicables. "No digáis nada, pero creo que todo está encarrilado...", "hoy no me habléis mucho, que no estoy para mucho jaleo", "¡ayer me llamó! ¿crees que significará algo?", "no me he enterado de nada de la reunión: tú ya sabes dónde tengo la cabeza", "qué día más bonito hace hoy...". No es raro que pregunte dos veces lo mismo al mismo alumno, o que se trabe mientras explica, o que se tropiece con la silla.